TEXTOS BIBLICOS DEL DÍA
Primera Lección:
Jeremías 23:5-8
Segunda Lección:
Romanos 13:8-14
El Evangelio:
Mateo 21:1-9
Suele pasar cuando estás profundamente dormido,
soñando gratamente y estás a punto de resolver el misterio… cuando de pronto tus
sueños desaparecen con los sonidos de la alarma del reloj que parece decir: ¡Despierta!
¡Despierta!. Tus ojos se abren para ver la habitación a oscuras. El sol aún no
ha salido todavía y todo lo que escuchas es el reloj de alarma. Estiras la mano
para golpear el botón de alarma y así detener ese terrible ruido. La habitación
pronto se llena de silencio de nuevo y apoyas tu cabeza en la almohada. Te
gustaría volver a dormir, pero no puedes porque tienes que levantarte. Lanzas
las sábanas, sientes el aire frío de la mañana y te sientas. Te estiras,
intentas frotarte la cara para quitarte el sueño y mueves rápidamente los ojos.
Un nuevo día está llegando. Tu mente comienza ponerse al día. Te preguntas “¿Qué
tengo que hacer hoy?”.
Un nuevo día ha llegado. ¿Estás listo para… qué? El reloj
con alarma es un buen invento para despertarnos, levantarnos y prepararnos para
un nuevo día. Esta mañana se nos recuerda de un día especial que se avecina, un
día para el que todos tenemos que estar listos y que es un día que muy
fácilmente puede ser ignorado. Se acerca el día en que Cristo vendrá de nuevo
con gloria para juzgar a los vivos ya los muertos. ¿Estás listo para ese día?
Probablemente en el ámbito espiritual estamos más
dispuestos a vivir a la deriva o en un letargo que despiertos. La indiferencia
de nuestras vidas espirituales puede establecerse en nosotros cuando nos
dejamos llevar por nuestras tentaciones, pensamientos e ideas sobre Dios.
Nuestro Señor sabe de la tentación que tenemos de caer en el sueño del pecado,
por lo que esta mañana se nos envía un despertador. Él envía una clara voz, oímos
que Pablo hace sonar la alarma: “ES HORA DE DESPERTAR, el día ya casi está
aquí, así que ahora es el momento de prepararse”.
¿Hay algún día que te da más ganas que otros? ¿Ese día
que esperas y que no ves la hora de que la alarma suene? Sin duda para los
niños, su cumpleaños es un día de esos, Navidad o el día de Reyes, el día en
que emprenderás un viaje muy esperado. Tal vez es el día en que un ser querido
llega de visita o vas a ver a la familia que no has visto en mucho tiempo. Tal
vez es el día de tu graduación, boda o nacimiento de tu bebé, o cualquier otro
día especial que no tiene que ver con ningún otro típico día de la semana. Cada
uno de nosotros ha tenido un día que espera con muchas ganas y ansias. Puede
incluso, que hayas llevado una cuenta atrás hasta que finalmente llegó el gran
día o que hayas tenido dificultades de conciliar el sueño.
Por otro lado, hay algunos días que nos encantaría
evitar, días que nos ponen muy nerviosos y preocupados, que nos hacen perder el
sueño por una sensación de temor e inseguridad. Tal vez es el día de un examen
importante o valoración de tu puesto en el trabajo. Tal vez es el día que tienes
que ir al médico para un examen físico. Quizá sea el día en que recibes los
resultados de las pruebas de salud o el día de una tarea muy desagradable en el
trabajo. Tal vez es el día de tu muerte. Pocos días causan una mescla de excitación
y temor. Hoy se nos recuerda que habrá un día especial, cuando Cristo, el santo
Rey de toda la creación, vendrá con gloria para juzgar a los vivos y a los
muertos. Jesús describe ese día, “Entonces
aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas
las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes
del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de
trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo
del cielo hasta el otro… Cuando el
Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces
se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las
naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de
los cabritos” (Mateo 24:30-31; 25:31-32) Gran parte de ese cuadro es
aterrador, incluso para los creyentes. Cada uno de nosotros es un pecador, poseyendo
una rebelde naturaleza pecaminosa.
Como personas pecadoras, la perspectiva misma de estar
en pie ante el Juez Santo con toda una vida de pecados en pensamientos, palabras
y obras es horrible. El justo castigo por el pecado es aún más aterrador, la
muerte eterna en el infierno separado del amor de Dios para siempre. Tales
pensamientos aterrorizan a cualquiera y las palabras de Jesús en Mateo 24:42,
sólo se suman a la terrible realidad de que ninguno de nosotros puede saber cuándo
Cristo vendrá de nuevo a juzgar. “Velad,
pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor”. Un día así,
tan crucial y terrible, o se ignora o se espera con una carga de culpa y miedo.
Si nos permitimos dormir en el letargo del pecado, el último Día será aterrador
para nosotros, pero no es así como lo describe Pablo: “es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de
nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se
acerca el día”.
Pablo sabía algo que nosotros como creyentes en
Cristo también necesitamos saber, creer y confiar. No sólo somos pecadores que merecen
la ira de Dios, sino también somos sus hijos santificados en la sangre de
Cristo por la fe en Él. Pablo sabía lo que Cristo había hecho para que sea así.
El Rey que ha de venir a juzgar es también el Cristo que vino a salvar. Jesús
vino en Belén para ponerse en nuestro lugar. Él vivió una vida perfecta libre
del sueño espiritual y de la indiferencia. No tenía la naturaleza pecaminosa
que lo atormentaba, ni el miedo al santo juicio de Dios. Luego sufrió una
muerte de Cruz para pagar por tus pecados y sellar tu perdón con su gloriosa
resurrección. Entonces Él prometió regresar en gloria para completar tu
salvación con una herencia eterna. Eso es lo que Pablo sabía que conseguiría el
último día. Cristo vendría y traería consigo tu eterna herencia de la gracia.
Es por eso que Pablo quiere que despertemos del sueño de pecado. Todos los días
nos encontramos unos pasos más cerca de recibir la herencia de Cristo para
disfrutar el descanso eterno en los cielos. Pablo nos anima que esperemos con
impaciencia aquel día, preguntándonos si hoy será ese día. Después de todo, si
estaba cerca en aquel tiempo, ¿cuánto más cerca está el regreso de Cristo para
nosotros ahora? Pero... ¿cómo sabremos que ese día se acerca? Jesús dijo que no
sabemos qué día vendrá nuestro Señor. Podría ser hoy, mañana o podría ser
dentro de diez años o diez siglos a partir de ahora. Entonces ¿Qué hacemos
mientras tanto? ¿Nos acurrucamos de nuevo en el dulce sueño del pecado con la
esperanza de que Cristo no venga por un tiempo? Después de todo, han pasado más
de 2.000 años desde que visiblemente dejó este mundo. Entonces ¿cómo nos
preparamos? “La noche está avanzada, y se
acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las
armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y
borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos
del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”.
Si vamos a despertar y estar listos para el último
día, entonces tenemos que conseguir el vestido correcto y evitar caer en un letargo
espiritual. Este nos hace ser indiferentes, incluso arrogantes acerca del
pecado. Se abre la puerta nuestra naturaleza pecaminosa que tratan de apartarnos
de Cristo y de su obra. Cada día esas fuerzas oscuras tratan de que nos
centremos en lo que nosotros deseamos en lugar de lo que Dios desea para
nosotros. Por eso, Pablo advierte en contra de tal sueño. Las “obras de las
tinieblas” no suenan tan inusuales. Después de todo, las imágenes y actitudes
de nuestra cultura nos atraen y llevan a caer en los deseos de nuestra carne.
Tal vez tu actitud hacia el alcohol o el sexo debería estar en esta lista de “obras
de oscuridad”. Tal vez se debería incluir la forma en que haces daño a su
cónyuge, hermanos, amigos o compañeros de trabajo. Tal vez sería útil incluir
los celos hacia los demás, incluso se podría poner el hacer el bien por la
razón equivocada, solo para mostrarte a los ojos de quienes te rodean o a los
ojos de Dios.
Entonces, ¿cómo dejar de lado estas “obras de las
tinieblas"? En Juan 16:33, Jesús nos dice: “¡Ánimo! Yo he vencido al mundo”. Jesús venció esas fuerzas oscuras
por nosotros cuando vino la primera vez. Su vida estaba libre de esos oscuros pecados.
Con su muerte pagó por tus oscuros pecados. A través de las aguas del Santo
Bautismo, cubrió tus pecados con su justicia por lo que el santo Dios ya no te ve
sucio por el pecado, sino santo en Cristo. Ahora por la fe que puedes ir a
diario al Señor y arrepentirte del pecado volviendo a tu Bautismo y viviendo la
vida nueva que Dios te ha prometido dar. Por medio de Cristo, puedes estar
seguro de que Dios perdona tus pecados y te permite vivir en paz, sabiendo que
Él cargó tus obras oscuras. Por medio de Cristo, puedes “ponerte la armadura de
la luz”. Sabemos que Jesús puede regresar en cualquier momento y es la hora de estar
despiertos y listos, vestidos del Señor Jesucristo. La Biblia enseña que “todos los que habéis sido bautizados en
Cristo, de Cristo estáis revestidos” Gálatas 3:27. En tu bautismo, Dios te
hizo su hijo y te dio la inocencia de Jesús para cubrir tu pecado. Estamos
llamados a ponernos esa armadura que es Cristo una y otra vez, porque es una
lucha diaria. Regresando diariamente a nuestro bautismo, desechando las viejas
obras de la oscuridad. Lutero dijo que la persistencia de nuestra vieja
naturaleza pecaminosa es como la barba que crece en la cara de un hombre y que
a diario necesita “afeitarse” con el arrepentimiento y el perdón. El momento en
que sus promesas van a ser cumplidas está cada vez más y más cerca. Así como
Dios envió a Jesús en la plenitud de los tiempos hace 2.000 años, para nacer en
la primera Navidad y redimirnos. Así también en la plenitud de los tiempos, Dios
está de nuevo acerca para traernos la salvación final y llevarnos con él. Este
tiempo de Adviento, tu espera y expectativas se llenarán de alegría, mientras
aguardamos el amanecer de Cristo.
Estás protegido por la
sangre de Cristo, el mismo Señor, que ya ha conquistado las fuerzas de la
oscuridad para ti y te protegerá de los ataques. Él te fortalece y prepara a
través de su Palabra y se da sí mismo en su cena. Todo eso cambia tu vida por
lo que ahora puedes vivir como hijo de la luz. Puedes mostrar amor a tu cónyuge,
hermano o amigo. Tener actitudes y motivaciones puras y dar gracias que Dios ha
bendecido a otras personas de manera diferente a ti. Puedes esforzarse por
vivir una vida de justicia a través de Cristo, porque “el día ya casi está aquí”.
Cristo viene pronto para librarnos del terror de la noche del pecado, para que
la herencia eterna que él adquirió para ti. No queda mucho tiempo, es hora de
que despertar y vestirnos de Cristo. El día ya casi está aquí.
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