TEXTOS BIBLICOS
DEL DÍA
Primera Lección: Deuteronomio 30:15-20
Segunda Lección: 1º Corintios 3:1-9
El Evangelio: Mateo 5:21-37
Temor a las
“malas noticias”. Es una mala noticia porque no suele implicar nada bueno.
Preferiríamos no tener que oír malas noticias. No queremos saber que las reparaciones
del automóvil costarán mucho más de lo presupuestado. No queremos escuchar que la
visita de un buen amigo se ha cancelado a última hora. Nos ha llegado la carta de
despido o el doctor encontró algo que le preocupa. Las malas noticias pueden convertir
nuestro día o la semana en algo negativo. Nos gustaría pasar el mayor tiempo posible
sin tener que escucharlas. Pero si hay algo que se le puede comparar a tener que
escuchar malas noticias es la indeseable tarea de tener que ser el que da las malas
noticias a otra persona. No creo que los médicos reciban con gran alegría tener
que dar una noticia devastadora a sus pacientes. Para la persona que tiene que
anunciar los despidos a los empleados. Desde luego, no es fácil decirle a nuestro
cónyuge que un pariente de la familia ha muerto. No nos gusta escuchar malas noticias
y no nos ser el que tiene que compartir malas noticias con alguien otros.
Esto puede
tener algo que ver con nuestra aprensión general hablar de la fe a otros. Sabemos que
a la gente no le gusta escuchar malas noticias y hablar acerca del pecado con otros
es casi seguro hablar de malas noticias, especialmente cuando se trata de un pecado
en el que están atrapados. Si le sumamos que en nuestra época todos estamos autorizados
a sostener nuestras propias verdades, nuestras propias ideas del bien y mal y así
sucesivamente. Eso hace que sea difícil de señalar el pecado a los demás, incluso
cuando se hace de la manera más amorosa posible, porque la sociedad de hoy dice
que la persona que señala el pecado es por lo menos un intolerante. Este es uno
de los motivos del porqué oímos tan poco del pecado hoy en día. Luego está la cuestión
del infierno. Después de todo ¿hay alguna noticia peor tener que decirle a alguien
que va a ir al infierno? La cuestión del pecado a menudo puede significar una discusión
sobre el infierno está cerca de salir y si la gente no quiere oír hablar de las
malas noticias del pecado, tampoco quieren tener nada que ver con el infierno. Eso
me lleva a creer que muy probablemente Jesús no sería más popular hoy día de lo
que lo era en su época. A medida que continuamos con el Sermón de la Montaña, es
evidente que Jesús no dejaba de lado el tema del pecado o del infierno. No creo
que la gente de hoy lo único que lo considerara justamente tolerante. Las normas
por las que Jesús considera qué es un pecado son sorprendentemente menos indulgentes
que las normas de la sociedad de hoy en día. Lo que Jesús tenía que decir sobre
el asesinato la mayor parte de sus oyentes de entonces y hoy, no tendrían ningún
problema con lo que Jesús dijo sobre el asesinato: “Oísteis
que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable
de juicio” (v. 21). Hasta ahora, todo bien ¿verdad? En general,
nosotros, como sociedad tenemos poca tolerancia hacia los asesinos. Queremos ver
como reciben la pena máxima cuando son declarados culpables.
La Mala
noticia de la Ley de Dios. Qué pasa cuando nos damos cuenta de que para los estándares
de Jesús, estaríamos condenándonos a nosotros mismos. Según los estándares de Jesús,
la definición de asesinato es mucho más amplia que la de cualquiera. De hecho, Jesús
dijo que uno puede cometer un asesinato sin tener que jalar un gatillo o empuñar
un cuchillo. “Pero yo os digo que cualquiera que
se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga:
Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga:
Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego”. (v. 22). Hoy se
puede llamar a cualquiera de “tonto” o “necio”, a veces en broma, otras veces no.
Jesús estaba dejando claro que tales declaraciones son un reflejo lo que hay en
nuestro corazón, entonces la persona que expresa esos sentimientos está a la altura
de un asesino en serie o un dictador genocida. Su punto era que el asesinato tiene
muy poco que ver con el acto de tomar la vida de otro y mucho más que ver con
carecer de amor y odiar a los demás en nuestro corazón. De acuerdo con los principios
de Jesús, hay una gran cantidad asesinos sueltos en el mundo, más de los que
están tras las rejas. Entre nosotros, por ejemplo, estamos llenos de ellos, ¿no
es así?
Para los estándares de Jesús, también tenemos una gran
cantidad de adúlteros. Todos como cónyuges profesamos devoción inquebrantable y
fidelidad a nuestra pareja al casarnos. Ante los ojos del mundo, siempre y cuando
una aventura sexual no fuera cometida, como cónyuge no has hecho nada malo. Pero
de Jesús afirma que ser culpable de adulterio tiene muy poco que ver con el sexo
y mucho más que ver con la lujuria y los deseos. “Oísteis
que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira
a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (v. 27-28). Más malas noticias de parte de Jesús, el adulterio es
más sobre lo que está en el corazón de lo que se plasma en acciones.
Hablando de eso a pesar de las justificaciones sin fin
que el mundo da para poner fin a un matrimonio, Jesús dijo que sólo uno, el adulterio
o la infidelidad, está permitido y aun así, desde luego no es agradable. “También fue dicho: Cualquiera que
repudie a su mujer, dele carta de divorcio. Pero yo os digo que el que repudia
a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que
se casa con la repudiada, comete adulterio.” (v.31-32). Esto es en cuanto
a las justificaciones que se dan para sostener el divorcio “es desagradable
conmigo”, “Ya no la quiero” o “nosotros no
nos llevamos bien” excusas para justificar el divorcio. Jesús da una nueva estimación
para el divorcio: la infidelidad por parte de uno de los cónyuges y en la Escritura
en otro lugar el abandono por un cónyuge no creyente es también consideran motivo
de divorcio.
Romper un matrimonio por cualquier otra razón que eso es
pecado. Malas noticias de Jesús en un mundo en que las personas casadas tienen las
mismas probabilidades de seguir juntas o de divorciarse, si es que llegan a casarse.
Ahora salir a la calle y a compartir las malas noticias
sobre el asesinato, el adulterio y el divorcio con los otros, señalando y
mostrando las consecuencias del mismo. Creo que mejor debemos ir más despacio. Tal
vez deberíamos empezar por a nosotros mismos primero y reconocer que las palabras
de condena de Jesús se dirigen a cada uno de nosotros. Sí, es una dura verdad, no
es sólo que el mundo puede ser un sitio donde abunde el pecado, según los principios
de Jesús, sino que somos una parte importante de la maldad. La dura verdad es que
no importa cuánto hubiéramos hecho para minimizar o suavizar nuestro pecado
según nuestras propias normas. Jesús deja bien claro que por sus normas todos somos
abrumadoramente culpables y que nuestros propios pensamientos, antes incluso de
la acción, nos pone a las puertas del infierno. Lo que es más complicado es
que cuando no somos capaces de decir a otros
sobre sus pecados, no sólo es existe el real peligro de que pudieran terminan en
el infierno. Pero a través del profeta Ezequiel, Dios dice que él también nos pedirá
cuentas: “Cuando yo
dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para
que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá
por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano”. (Ezequiel 3:18). Dios se toma en serio el pecado.
La Buena
Noticia de la Vida en Cristo. Lo grandioso de esto es que Dios no nos deja
desamparados ante la realidad del pecado. Porque la realidad de las noticias del
evangelio de la salvación en Cristo Jesús son mucho más consoladoras. El domingo
pasado Jesús nos recordó que su propósito al venir a nuestro mundo era para que
se cumpliera la ley y las profecías en las Escrituras (v. 17). ¿Lo hizo eso para
su propio beneficio? ¿El Hijo de Dios se hizo hombre y piso la tierra con el fin
de servirse a sí mismo? ¡No!
Él vino a nuestro mundo por y para nuestro beneficio.
Él cumplió la totalidad de la ley para nuestro beneficio. Fue nuestro perfecto
sustituto y llevo a cabo la voluntad de Dios por nosotros. Fue a la cruz
cargando todos nuestros pecados manifestados en pensamientos, palabras y obras.
Por este perdón manifestado en Cristo Jesús es que Dios te ve de manera
diferente. Te ve a través de la obra de Cristo en la cruz. Por mucho que
conozcamos la dura y fría verdad de nuestros pecados y condena, Dios no ve de esa
manera a aquellos que se aferran a Cristo. Más bien, Él ve una vida correcta,
según su voluntad. Él ve la vida perfecta de Cristo eclipsando tus fracasos. Él
ve la muerte de Cristo en la cruz como el pago satisfactorio por tus pecados. La
buena noticia del evangelio es que la salvación es nuestra, porque cuando Dios nos
mira, Él ve todo lo que su Hijo perfecto ha hecho por nosotros. El bautismo es su
regalo para nosotros, allí tenemos la firma de Dios que garantiza este perdón,
porque allí nos ha dado la fe, nos ha hecho parte de su familia y nos ha
perdonado todos los pecados. La Cena del Señor es otro regalo que nos asegura de
lo misma, porque sus palabras son claras “Come y bebe, esto es mi cuerpo y
sangre para el perdón de tus pecados”. Donde La ley de Dios nos mata, la buena noticia
de su evangelio nos trae a la vida en Cristo.
Somos Sal y
Luz. Tal vez has
tenido alguna experiencia con otros en los que no parecen tener el mismo aprecio
por el evangelio. De hecho, podrían ser francamente indiferentes hacia este. Tal
vez te ha pasado que estabas emocionado de hablar con alguien más sobre la alegría
que tiene como cristiano en saber que estarás en el cielo porque Jesús vivió y murió
por ti. Los expresado de diferentes maneras, pero no entendías por qué la persona
a la que le hablabas parecía que no le importaba. Muchas veces uno queda confundido
y frustrado de que alguien pudiera ser tan apático al mensaje del evangelio. Pero
si esa persona nunca ha oído la ley, entonces ¿por qué tiene que tener necesidad
de Jesús? Si no sabe cómo su pecado afectó su estatus ante Dios, ¿por qué tiene
que importarle a él que Jesús es la solución al problema del pecado? Es por eso que la ley primero tiene que mostrar
a las personas cómo el pecado nos afecta y aparta de Dios y nuestro prójimo y sólo
entonces se alegrarán de que Cristo es la cura para tal mal. La ley allana el camino
para que el evangelio cambie los corazones y las personas vivan en armonía con
Dios. P
Por esa razón no debemos tener miedo de hablar de la ley y señalar el pecado
cuando es necesario. Lo hacemos en el amor, no porque amamos juzgar o condenar o compartir las malas noticias
con los demás, sino todo lo contrario, porque nos encanta compartir la buena noticia
del Evangelio de que en Jesús hay vida eterna. Qué dulce la buena noticia del evangelio
es para los oídos después de haber oído la fría y dura verdad, de la ley de Dios.
No dude en hablar de pecado, porque entonces la puerta estará abierta para regocijarse
en Jesús Cristo, el que triunfó sobre el pecado con su perdón.
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