INTRODUCCIÓN:
Imagina
por un momento que esta semana recibes una llamada de un abogado que te dice
que un tío ha muerto. Era un tío que apenas recordabas, que vivía solo en una casa
derruida en medio de la nada. El abogado te dice que este tío te ha dejado un
regalo de un millón de euros en efectivo. Pero entonces, el abogado te informa que
hay una trampa. Este tío ahorro un millón de euros porque vivía muy
austeramente; ni siquiera tuvo agua o electricidad en su casa. Lo complicado de
esto es que además de pagar todos los impuestos al gobierno, este pariente
exige que tengas que vivir de la misma manera durante veinte años antes de que
recibas el regalo. Ahora imagine que un vecino muy pobre se acerca un día y te
da un plato de galletas como regalo por tu cumpleaños, te sonríe, te desea un
feliz cumpleaños y se va. ¿Cuál de estos es un verdadero regalo? Dios quiere
que sepas, entiendas y vivas tu salvación como un regalo gratuito que te da,
sin ningún tipo de condiciones, sin ningún tipo de obligaciones de ganártela en
lo más mínimo. Dios nos enseña esto para que podamos creer en la certeza de la
salvación y cada uno pueda confesar: “Soy salvo, no por obras, sino por gracia,
por medio de la fe en Cristo”.
Soy
salvo No por obras. La Carta a los Romanos es el gran
libro doctrinal de la Biblia en el que Dios explica la fe cristiana. Pablo da
una declaración básica de la fe diciendo al principio del libro que “no me avergüenzo del evangelio, porque es
poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y
también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe
y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” (1:16-17)
Entonces Pablo muestra en los dos próximos capítulos cómo necesitamos
desesperadamente el poder del evangelio para salvarnos porque no tenemos excusa
alguna por nuestros pecados. En el capítulo tres, Pablo nos muestra el poder
del evangelio para salvarnos a través de la fe en Jesús como Señor y Salvador y
cómo somos justificados, que es un término legal que significa que somos
declarados “no culpables” de pecado y se nos atribuye la justicia de Cristo.
Esto nos hace santos a los ojos de Dios en el momento que nos lleva a la fe.
Dios quiere que
entiendas y creas que esto significa que ya eres salvo, no por tus obras, es
decir, no hay una acción que puedas aportar para ganarte el favor de Dios,
ninguna buena obra te salvará. Para explicar esto, Pablo nos lleva de vuelta al
padre del judaísmo, Abraham. Él hace esto porque si alguien obedeció lo
suficiente a Dios como para llegar al cielo por sus propias obras, fue Abraham.
Dios hizo promesas increíbles a Abraham, diciéndole, en Génesis 12:1-8 “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu
padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te
bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te
bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas
las familias de la tierra”. La escritura muestra que todas las naciones
serían bendecidas por medio del Salvador que vendría de él, pero ninguna de
estas promesas se haría realidad si Abraham no recibía primero un hijo.
En la lectura de
Romanos, Dios nos lleva de vuelta a Génesis 15, donde después de obedecer a
Dios e ir a nuevas tierras, Abraham oró a Dios recordando que no tenia
herederos y así un extranjero heredaría todo lo que tenía. Su preocupación era
que Dios no iba a cumplir sus promesas de darle una gran nación y sobre todo
que el Salvador no vendría de él. Dios le dijo a Abraham, cuyo nombre en ese
momento era Abram, Génesis 15:1-6 “No
temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande… Y lo
llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las
puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a Jehová, y le fue
contado por justicia”. Pero qué significa que Abraham “creyó a Jehová, y le fue contado como justicia”. Dios explica
exactamente lo que significa en la lectura de hoy, donde Dios dice a través de
Pablo: “¿Qué, pues, diremos que halló
Abraham, nuestro padre según la carne? Porque si Abraham fue justificado por
las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. Porque ¿qué dice la
Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia".
Abraham podría haber sido capaz de presumir ante los demás acerca de cómo Dios
vino a él e hizo estas promesas. Podría presumir ante los demás que él obedeció
a Dios de muchas maneras e incluso abandonó su casa familiar para ir a una
tierra lejana que no conocía. Pero ninguno de estos alardes le servirían ante
Dios.
Dios explica por
qué Abraham no tenía de qué jactarse en su presencia, demostrando que la
salvación de Abraham fue un regalo. Pablo usa la analogía de recibir el sueldo para
enfatizar este punto. Él dice “Pero al
que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas
al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada
por justicia”. Después de un duro mes de trabajo, probablemente no aprecies
a tu empleador si dice: “He decidido darte esta paga como un regalo”, sabiendo
que es el pago que te has ganado y que tu empleador te lo debe. Si Abraham tuvo
que trabajar u hacer cosas para ganar su salvación, ya no sería un regalo, sino
una obligación por parte de Dios de retribuirlo. Es absurdo pensar que Dios
está obligado a dar al pecador, el perdón y la vida eterna por lo que ha hecho.
Por esto Dios dice que la fe de Abraham le fue contada por justicia. Esto es lo
que Dios dice a los pecadores que son enemigos de Dios, que han sido declarados
justificados y libres por medio de la fe en Cristo Jesús. La salvación viene a
los que no la buscan por las obras, sino a aquellos que simplemente confían y
le creen a Dios, por lo tanto la salvación viene a nosotros a través de la fe
sola. ¿Acaso piensas que realmente has hecho algo para ganar la declaración de
ser justificado por lo que haces ante Dios?
La
Vida viene mediante la fe en Cristo. Dios nos trae la
certeza de que la salvación es nuestra, a través del don de la fe, nos dice: “Porque no por la ley fue dada a Abraham o
a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la
justicia de la fe. Porque si los que son de la ley son los herederos, vana
resulta la fe, y anulada la promesa. Pues la ley produce
ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión”. Si la promesa de
salvación nos llegaría por la ley entonces lo que Dios le hubiera dicho a
Abraham sería: “Si haces esto o aquello, entonces voy a hacer de ti una gran
nación y todas las naciones serán benditas a través de ti”. Pero Dios hizo sus
promesas sin condiciones.
Abraham tendría
un heredero por medio de quien todo el mundo sería bendecido. Esta fue una
promesa para toda la descendencia de Abraham. Más tarde Pablo muestra que la
descendencia de Abraham no son los de la línea de sangre de Abraham, sino los
que creen en la misma promesa del Salvador que vendría. Como explica Pablo,
Abraham y su descendencia no recibieron esta promesa a través de la ley, sino
sólo a través de la justicia que viene por medio de la fe. La ley no prevé el
acceso a la gracia de Dios, a la misericordia o a la salvación. No se puede
llegar a la gracia mediante la observación o la obediencia a la ley. Esto es
así porque si uno llega a ser un heredero al obedecer la ley, entonces qué valor tendría el tener fe. La fe no
tendría ningún valor en absoluto para salvarte. Esto haría que la promesa de
Dios de que somos justificados por la fe sea algo completamente inútil.
La razón por la
cual la promesa no puede venir por la ley es porque la ley produce ira. Dios se
toma en serio el pecado y su castigo, porque ha decretado que el castigo del
pecado es la condenación, la separación eterna del amor, la paz y la
misericordia de Dios. La ley demanda obediencia perfecta y nadie puede cumplir la
ley perfectamente. Si deseas estar seguro de esto piensa en que si no hubiera
ninguna ley, no habría transgresión o pecado, pero Pablo ya ha enseñado en
Romanos, que la ley existe y es real, porque que Dios no sólo dio la ley
escrita en el monte Sinaí, sino que también dio el conocimiento natural en todos
los corazones. Por lo tanto, la salvación viene solamente por la fe y por la
gracia de Dios, porque no hay otra manera. ¿O crees que de alguna pequeña
manera realmente no necesitas la gracia y la misericordia de Dios? Si lo haces,
no entiendes su ira contra el pecado, ni entiendes su gracia.
La
gracia de Dios. Por eso Dios sigue diciendo: “Por tanto, es por fe, para que sea por
gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no
solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de
Abraham, el cual es padre de todos nosotros”. Dios nos salva, no porque
esté en la obligación de hacer, sino puramente por un asunto de amor y
misericordia. Su gracia es su amor inmerecido, un amor tan profundo que es
incondicional, abnegado e intencional, que
“ha dado a su Hijo unigénito, para
que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Esta
es la profundidad y la belleza de la gracia de Dios. Él nos da la promesa de la
salvación por la fe y que la fe es también un regalo para nosotros. Como dice
Pablo en Efesios 2:8-9 “Porque por gracia
sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no
por obras, para que nadie se gloríe”. Puesto que la fe es un don de Dios,
tu y yo no tenemos nada de qué jactarnos delante de Dios, ni siquiera el
orgullo que de creer, porque si nosotros mismos creamos nuestra fe, esta no
sería un regalo de Dios.
Por la gracia de
Dios, tenemos la certeza de la salvación que Dios garantiza a todos los
descendientes de Abraham, que son todos los que creen en Cristo. Puesto que
todos estamos salvados por la misma fe que Abraham, él es llamado padre de
todos nosotros. Es por eso que Pablo dice: “como
está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes delante de Dios, a quien
creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si
fuesen”. Cada persona nace espiritualmente muerta y Dios da vida a los
creyentes por medio de la fe, esto es lo que significa nacer de nuevo. Él llama a los creyentes santos y sin mancha,
aunque cada creyente es todavía un pecador.
¿Qué
significa esto para usted? Tu salvación no es un asunto de tienes
que hacer cosas para conseguirla, como la herencia del millón de euros, sino
que es un regalo, no es algo que te ganas, sino al igual que el regalo de las
galletas, se te ha dado libremente y por amor. Estas palabras de Pablo te dan
la certeza absoluta de tu salvación en Cristo Jesús, porque es un don que viene
a nosotros a través del don de la fe y Dios lo garantiza. Esto significa, en
las horas de oscuridad de tu vida y en los momentos más felices, puedes
recordarte a ti mismo: “Yo soy salvo: no por obras, sino por gracia de Dios por
medio de la fe en Cristo”. Tienes esta certeza porque Dios por medio de su
Palabra, de su presencia en el pan y vino, te garantiza el perdón de todos tus
pecados, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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