TEXTOS BIBLICOS DEL DÍA
Primera Lección:
Génesis 17:1-7, 15-16
Segunda Lección: Romanos
5:1-11
El Evangelio: Marcos
8:27-35
El Misterio de esta Confesión
Existe cierto
misterio alrededor de la confesión de Pedro de que Jesús es el Cristo ¿Por qué no hizo nadie esta confesión antes del capítulo ocho
de Marcos?
Jesús ya está
preparado para inclinar
su rostro hacia Jerusalén.
En cuanto a los que son testigos oculares de
Jesús, más que todo a
sus discípulos,
mas que todo a
los que le
seguían por dos años y medio.
¿Por qué no lo han
confesado como Cristo?
¿Por qué son ellos los
que hacen esta confesión? Se podía esperar de cualquiera menos de
ellos, porque son los que tienen sus circunstancias los
imposibilitan para ello.
La Confesión de los Ángeles y los Demonios
Los ángeles son
los primeros en confesar que él es el Cristo… “que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que
es Cristo el Señor.” (Lucas 2:11)
Luego los demonios hacen esta
confesión: “También salían demonios de muchos,
dando voces y diciendo: ¡Tú eres el Hijo de Dios! Pero él los reprendía y no los dejaba hablar, porque sabían
que él era el Cristo” (Lucas 4:41)
¿Cómo
puede ser esto? Que los ángeles y demonios, seres supernaturales, comprenden, que
Jesús es el Cristo, el
Hijo de Dios. Mientras que sus discípulos, sus
amigos, sus familiares y los seres humanos en general, luchan tanto con esta confesión.
Para
los humanos, Jesús creó división, como Simeón profetizó: “Éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en
Israel, y para señal que será contradicha.” (Lucas 2:34)
Por la naturaleza humana, los seres humanos somos ciegos, sin
capacidad de ver que
Jesús es el Cristo. Jesús no cumplió con las expectativas humanas. La
presencia de Jesús creó
controversia, las enseñanzas y los milagros de Jesús
no provocaban la confesión anticipada, hasta los
familiares y los amigos del pueblo natal de Jesús en Nazaret intentaron a matarlo.
La mayoría de la gente se daba cuenta
de que estaban en la presencia de un gran profeta, un profeta como
Elías, o alguno
de los antiguos
profetas. Pero para la mayoría de la gente, Jesús no era más que un
profeta, nada
más que otro profeta, en una línea de
predicadores y obrador
de milagros de Dios. No era nada más que un
profeta más que
testificaba la verdad de Dios. Pero
los ángeles y demonios sabían que Él era más que un profeta, que Él era el Hijo de Dios, el Cristo. Que el Cristo
estaba presente, para liberar la creación de su cautiverio, para liberar al
mundo de las garras de Satanás, para perdonar los
pecados y para sanar las enfermedades.
La
Confesión de Pedro
La identidad de Jesús es la pregunta
crucial durante su
ministerio en Galilea, justo antes de la confesión de Pedro,
San Lucas nos informa que Herodías estaba en búsqueda de Jesús. Había
escuchado rumores circulando
acerca de Jesús, que podría ser Juan el Bautista,
resucitado de la muerte
o Elías
o alguno de los profetas.
La gente comenzaba a preguntarse ellos mismos. Así que Jesús les
hace la pregunta a sus discípulos: “¿Quién
dicen los hombres que soy yo?” (Marcos 8:27b…y siguiente)
Los discípulos dan la misma respuesta
que Herodías había escuchado,
Juan el Bautista, Elías o alguno de los profetas. Jesús les pregunta: “Y vosotros, ¿quién decís que soy?”, al fin y al cabo,
a Pedro la verdad lo
ilumina:
“Tu Eres
el Cristo.”.
¿Por qué ahora? ¿Por qué llega la confesión en este momento
del ministerio galileo de Jesús?
Jesús está ahora en Cesarea de Filipo, justo al sur de Damasco, en la encrucijada de muchos viajantes situada
en la sombra del
impresionante templo de Pan, el dios favorito de muchos ciudadanos
del Imperio Romano, el patrón de muchas fiestas ruidosas.
Muchos venían a Cesarea de Filipo
porque se encontraba allá
la cabecera del rio de Jordán, venían para
adorarle a Pan,
venían para ser sanados por el agua que fluía desde el monte Hermón, mirando
hacia el amplio
valle que
se extendía hacia el Mar de Galilea. Jesús y sus
discípulos se encontraban entre muchos que estaban en búsqueda de Dios.
Como muchos que están en búsqueda de
Dios en los Estados Unidos,
como muchos que están en búsqueda de Dios aquí en España, precisamente
aquí, en el medio de esta grave idolatría, Pedro le dice a Jesús: “Tu Eres el Cristo.” Es una pregunta excelente tanto para
Pedro como para nosotros:
¿Quién eres tú, Jesús? ¿Eres tú el Cristo?
De importancia equivalente es la
pregunta: Jesús ¿Qué viniste a
hacer?
La identidad de Jesús como el Cristo
fue un tropiezo, pero también sus hechos presentaron una ocasión de caer. Hasta
que la resurrección, especialmente
para Pedro, para
los discípulos,
para todos.
Lo que les escandalizaba más fue lo
que tuvo que hacer Jesús para nuestra salvación: “Pero
él les mandó que no dijeran esto de él a nadie.
Comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del hombre padecer
mucho, ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los
escribas, ser muerto y resucitar después de tres días.” (Marcos 8:30 y
siguiente)
El sufrimiento, la crucifixión, la muerte, todo
esto fue muy duro para
que Pedro lo soportara, es demasiado duro para que nosotros lo soportemos.
Cada uno que se ubica en contra del sufrimiento
de Cristo, se alinea
con Satanás. Así
que el pobre
Pedro se encuentra a
si mismo nuevamente poniendo la mira en las cosas de los
hombres en vez de las de Dios
(referencia a Marcos 8:33). Pedro todavía no había entendido que
la vida de un seguidor de Jesús es una vida bajo la cruz, “Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo:
Si alguno quiere
venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que
pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.” (Marcos 8:35).
Por más de diez años la Iglesia Evangélica Luterana
Española viene proclamando
lo que cree sobre Jesús,
Pero Dios muestra
su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por
nosotros. (Romanos 5:8)
Este es el mensaje del que ustedes son testigos, que
Cristo vino para morir por
los pecadores. Que Cristo venció la muerte con su muerte y luego
entró en su gloria.
Que nosotros somos bautizados en su muerte y resurrección y que comemos una
cena espléndida de su cuerpo
y su sangre
derramada para el perdón de los pecados.
Este es el mensaje inmutable que
proclamamos. Esto es lo que creemos sobre Jesús. Amen
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